En un mundo donde la gastronomía y la innovación están en constante evolución, Laura Carrera García ha logrado destacar con una propuesta de negocio original y diferente. Como CEO y fundadora de Innoflower, esta ingeniera agrónoma ha transformado las flores, tradicionalmente destinadas a adornar espacios, en un ingrediente clave para la alta cocina y la alimentación cotidiana.
Así, Innoflower es hoy una empresa pionera en el cultivo y comercialización de flores comestibles en España, con un crecimiento sostenido y una fuerte presencia en el mercado nacional e internacional. Y su volumen de negocio así lo refleja, pues esta emprendedora prevé elevar hasta un 40% su facturación en 2024 para alcanzar el millón de euros.
Las flores comestibles son un negocio en crecimiento
La historia de este curioso proyecto emprendedor comenzó hace algo más de una década, cuando Laura Carrera, a la sazón investigadora en el Aula Dei junto al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), empezó a explorar el fascinante mundo de las flores comestibles.
Lo que inicialmente fue una curiosidad científica pronto se convirtió en una pasión y, finalmente, en una idea de negocio. Pues en 2011, esta emprendedora decidió dar el salto al mundo de los negocios, “con la fundación de Flores en la Mesa, una micropyme dedicada al cultivo y comercialización de flores comestibles. Aunque no fue hasta 2016 cuando la iniciativa evolucionó y se consolidó bajo el nombre actual de Innoflower”.
Con una formación sólida en Ingeniería Agrónoma y Ciencias Ambientales, y con una tesis doctoral enfocada en la biología reproductiva de frutales, Laura Carrera tenía las bases técnicas necesarias para emprender en un sector tan específico y novedoso. Pero como bien señala, “alcanzar todo esto no ha sido precisamente un camino de rosas”. Desde el inicio, la empresa se enfrentó a numerosos desafíos, desde la falta de conocimientos del público sobre las flores comestibles hasta la necesidad de adaptar las técnicas agrícolas para maximizar la producción sin comprometer la calidad.
Además de innovar en el sector gastronómico, el negocio fomenta la integración de personas con discapacidad
En estos años, Innoflower se ha distinguido por su compromiso con la calidad, la sostenibilidad y la seguridad alimentaria, tres pilares fundamentales que, en palabras de la emprendedora, han guiado su crecimiento. La empresa cuenta con la certificación Global GAP, que garantiza la trazabilidad de sus productos y asegura que las flores que producen son seguras para el consumo humano. “Este sello es un distintivo que no sólo valida la calidad de las flores, sino que también refuerza nuestro compromiso con una producción agrícola sostenible desde el punto de vista social, económico y medioambiental”.
La sostenibilidad es un valor esencial para esta emprendedora y su equipo. Desde sus inicios, el negocio ha trabajado para minimizar el impacto ambiental de su producción. Las flores se cultivan en cuatro fincas repartidas entre Zaragoza, Navarra y Soria, utilizando prácticas agrícolas que respetan el entorno natural. Además, ha implementado un sistema de envasado basado en una patente francesa que utiliza plástico reciclado y reciclable, con instrucciones claras para que los consumidores puedan reciclar correctamente.
Pero el compromiso de Innoflower no se limita al medioambiente. La empresa también tiene una fuerte responsabilidad social. Colabora con la Fundación Rey Ardid para fomentar la integración laboral de personas con discapacidad, quienes trabajan en una de las fincas de la empresa en Zaragoza. Este enfoque integrador no sólo enriquece la empresa, sino que también ofrece oportunidades a aquellos que enfrentan barreras en el mercado laboral.
La versatilidad de las flores comestibles ha propiciado el crecimiento de este negocio
El producto estrella de Innoflower son las flores comestibles, y la empresa ha logrado posicionarse como líder en este nicho de mercado en España. Con más de 50 especies diferentes disponibles a lo largo del año, ofrece un catálogo único que incluye notas de cata, fechas de floración, y usos culinarios, permitiendo a chefs y consumidores conocer en profundidad las características de cada flor. Entre las más populares se encuentran el pensamiento mini, la begonia, la capuchina y la flor eléctrica, que sorprende con su capacidad para adormecer ligeramente la boca.
La versatilidad de las flores comestibles es otra de las claves del éxito de Innoflower. No sólo se utilizan en la alta cocina, donde chefs con estrellas Michelin, como los hermanos Torres, han incorporado estas flores en sus creaciones, sino que también han encontrado su lugar en la industria alimentaria y entre los gastroaficionados. Las flores pueden ser frescas, deshidratadas, prensadas o cristalizadas, cada una con un proceso de conservación específico que les permite mantenerse en perfectas condiciones durante más tiempo. En este sentido, la firma ha innovado constantemente en estos años, desarrollando productos, como las piruletas con flores prensadas, que han sido premiadas en el reciente Salón del Gourmet de Madrid.
A lo largo de los años, Innoflower ha experimentado un crecimiento significativo, no exento de retos como la pandemia de la Covid-19. “Con las restricciones y el cierre del canal Horeca, nuestro principal cliente, nos vimos obligados a reinventar la empresa una vez más”. Esta emprendedora decidió diversificar su oferta, introduciendo flores deshidratadas y expandiendo su mercado hacia nuevos segmentos, lo que le permitió mantenerse a flote y continuar su crecimiento.
Esta emprendedora ha demostrado que con visión y trabajo duro es posible florecer en un sector, por competitivo que sea
Hoy, la firma ha dado el salto a la internacionalización, exportando sus flores a países como Francia, Bélgica, Países Bajos, Lituania y Singapur. Esta expansión ha sido posible gracias a la profesionalización de la empresa y a la colaboración con el socio biotecnológico Ataraxial, que ha invertido en las fincas de cultivo y ha impulsado la digitalización de la compañía.
Laura Carrera tiene planes ambiciosos para 2024. Con la intención de duplicar su facturación, está trabajando en la apertura de una nueva finca en Santa Isabel, Zaragoza, que será un centro de producción y un escaparate de innovación en el cultivo de flores comestibles. “Tenemos flores para empapelar Europa”, afirma esta emprendedora, con la seguridad de quien ha superado obstáculos y ha sabido aprovechar cada oportunidad. Llevando del campo a la mesa productos que no sólo deleitan el paladar, sino que también respetan el medio ambiente y contribuyen a una sociedad más inclusiva. La belleza es el principal ícono de una flor, y gracias a Innoflower, esa belleza se puede disfrutar en cada bocado.