Desde finales de 2022, trabajo como ejecutiva de cuentas de marketing experiencial en una agencia de publicidad internacional. Soy excelente en mi trabajo, pero me niego a asumir responsabilidades adicionales a menos que vengan acompañadas de un aumento de sueldo.

Aunque soy millennial tan solo por un año de diferencia, me identifico con la filosofía que la generación Z ha adoptado sobre el trabajo. Para mí, renunciar silenciosamente tiene más que ver con el equilibrio entre la vida laboral y personal y con no dejarte utilizar asumiendo más obligaciones que luego no se ven recompensadas.  

Los jefes de mi antiguo trabajo pensaban que el fenómeno del quiet quitting (por su término en inglés) era sinónimo de pereza, pero en realidad no tiene nada que ver con eso, sino con tener un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal, así que me desconecto en cuanto dan las 5.

Mi versión de la renuncia silenciosa consiste en establecer límites estrictos

Trabajo de forma remota, excepto cuando hay que hacer activaciones de eventos de fin de semana cada pocos meses. Trabajo muchas horas durante los eventos en directo, pero me tomo 2 días libres entre semana para compensar el trabajo del fin de semana.

Trabajo de 9 a 5, pero las personas de mi equipo están en diferentes zonas horarias. Si recibo un correo electrónico fuera del horario laboral, a menos que sea una emergencia, espero a contestarlo al día siguiente. Si tengo que asistir a una reunión a las 8 de la mañana para coordinarme con un compañero, termino la jornada antes, a las 4 de la tarde de mi franja horaria.

Aprendí por las malas que la renuncia silenciosa es una mentalidad válida

Mi anterior puesto en una agencia de marketing y publicidad familiar me enseñó a que la renuncia silenciosa era una mentalidad válida. Sólo duré allí 10 meses y no fui la única; la mayoría de los empleados se quedaban menos de un año, por lo que la tasa de rotación era muy alta.

Estaba sobrecargada de trabajo, mal pagada y sin apoyo formativo por parte de la empresa. Mientras, se esperaba de mí que hiciese malabares con todo ello, pedir vacaciones pagadas era siempre un problema debido a la escasez de personal.

Al principio, estaba entusiasmada con mi trabajo, ya que era el primero que conseguía al salir de la universidad. Pero a los 3 meses, los jefes de proyecto se marcharon y me tocó a mí hacer todo el trabajo.

La empresa tenía un exceso de clientes y poco personal, así que todos estábamos hasta arriba de cosas que hacer. Tuve que asumir muchas responsabilidades por las que no me compensaban económicamente y tuve que lidiar simultáneamente con al menos 12 o 13 clientes.

En mi último trabajo hacía horas extras constantemente, lo que era agotador y acabó afectando a mi salud mental

Me sentía miserable. Me esforzaba mucho, pero no había una visión clara de las oportunidades de crecimiento. Cuando pedí un aumento, me dijeron: «No haces lo suficiente».

Salí de aquella conversación sintiéndome prescindible y cuestionándome por qué me quedaba en ese trabajo si era infeliz, estaba mal pagada por la carga de trabajo y carecía de orientación o formación adecuadas. Empecé a buscar otros trabajos.

Después de actualizar mi perfil de LinkedIn para decir que estaba abierta a otros puestos, un reclutador de mi trabajo actual se puso en contacto conmigo. Al principio, dudé porque me habían buscado de la nada. Pero después de informarme sobre el puesto, vi que tenía todas las ventajas que le faltaban a mi empresa actual.

En mi trabajo anterior me sentía avergonzada por pedir las vacaciones remuneradas que tenía acumuladas, porque a menudo me decían: «Estamos muy cortos de personal; ¿de verdad tienes que irte en este momento?».

Una de las principales ventajas del nuevo puesto son las vacaciones ilimitadas

Mi actual director aprueba rápidamente mis vacaciones ilimitadas. También hay un amplio margen de crecimiento y grandes oportunidades de formación, y mi nuevo trabajo es totalmente remoto. Además, sólo trabajo con unas 3 marcas.

Dejé mi puesto anterior, a pesar de que el sueldo era el mismo, porque vi más ventajas en mi trabajo actual, sobre todo en el ámbito de la comunicación. Después de llevar aquí unos 9 meses, pienso quedarme a largo plazo porque me gusta la cultura de trabajo orientada al empleado, el teletrabajo y el compañerismo.  

Aprendí a poner límites claros porque en mi último trabajo se me acumulaban las responsabilidades

En mi antiguo trabajo, a medida que mejoraba mi rendimiento, recibía más responsabilidades sin remuneración adicional. Si veo un indicio de que algo similar está ocurriendo en mi puesto actual, seré muy clara y preguntaré a quién le corresponden esas responsabilidades.

Agradezco que mis jefes actuales estén abiertos a conversaciones claras y transparentes. En las reuniones individuales, siempre hablo de objetivos y pregunto qué estoy haciendo bien y si eso me está acercando a mi objetivo de convertirme en una ejecutiva de cuentas. También suelo preguntar en qué debo mejorar. De esta manera, siento que la dirección y yo trabajamos como equipo.

Me esforcé demasiado en mi último puesto y se aprovecharon de mí

La renuncia silenciosa no tiene que ver con ser un mal empleado, sino con los límites. Soy una persona emprendedora y ambiciosa por naturaleza, pero en mi último trabajo se aprovecharon de mí.

Con esa experiencia de aprendizaje, sigo desempeñando mi trabajo lo mejor que puedo, pero si asumo algo nuevo, me detendré y preguntaré si estoy recibiendo una compensación adecuada por estas nuevas funciones y obligaciones.

Soy perfeccionista, así que nunca haré mi trabajo, pero me niego a hacer más de lo que me pagan.

Miriam Pérez

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