Confirmado por un experto: las 4 principales preocupaciones de los ultrarricos con patrimonios de 30 millones de dólares

Paul Hokemeyer, terapeuta matrimonial y familiar, trabajó durante 10 años con clientes con un patrimonio neto de al menos 30 millones de dólares.
El especialista relata a Business Insider que su perfil de cliente típico es una persona de mediana edad y con riqueza heredada. En sus sesiones ha visto de todo: desde el padre rico preocupado por los derechos de sus hijos hasta un hombre que temía dejar su casa en caso de que la gente le pidiera dinero.
Según su perspectiva, los ultrarricos «padecen los mismos problemas de salud mental y relacionales que el resto de la humanidad». Sin embargo, hay ciertos problemas de los que las personas adineradas hablan en terapia y que el resto de la población no comparte, ya que son específicos de su altísimo patrimonio neto.
Sentirse un objeto
«Los comentarios más comunes que escucho de mis clientes van en la línea de ‘a la gente no le intereso, solamente le interesa mi dinero’, o ‘mis hijos sólo están esperando a que me muera para quedarse con mi patrimonio'», afirma Hokemeyer.
«Se espera que la gente adinerada provea. Cuando dicen que no o ponen límites a lo que están dispuestos a dar, se les percibe como villanos», afirma. Las constantes expectativas altas sobre las personas muy ricas pueden ser agotadoras y dar lugar a relaciones transaccionales dolorosas.
Hokemeyer puso el ejemplo de un padre de 80 años cuyos hijos adultos se habían gastado sus respectivas herencias 40 millones de euros y esperaban que su progenitor continuara financiando su opulento estilo de vida. Este hombre empezó a beber en exceso para controlar el estrés y la culpa que sentía.
En estos casos, Hokemeyer ayuda a sus clientes a afrontar la tristeza y la decepción que sienten hacia sus relaciones y a crear límites con las personas que dependen de su apoyo financiero.
Aislamiento y existencia autodestructiva
«Aunque proporcionan comodidad material, la riqueza y el poder elevan a las personas a una esfera de existencia muy aislada y con demasiada frecuencia, también autodestructiva», anota Hokemeyer.
Hay un número ínfimo de ultrarricos en el mundo —cerca de 627.000—, y pueden sentirse excluidos del resto de la sociedad. Además, lidiar con las constantes exigencias de los demás puede llevarles a retirarse de la vida normal.
Hokemeyer puso el ejemplo de uno de sus clientes, con una enorme fortuna procedente de la industria manufacturera, que dejó de salir porque se sentía constantemente acosado por todo el mundo, incluso en los ascensores de su edificio de apartamentos, donde sus vecinos no paraban de pedirle donaciones benéficas.
«Con el tiempo, se volvió obeso mórbido y comenzó a padecer una depresión severa. Vino a verme tras sufrir un infarto casi mortal y darse cuenta de que necesitaba hacer algunos cambios significativos para volver a conectar con otros seres humanos», explica el terapeuta.
Abuso de sustancias
Hokemeyer constata que las personas adineradas suelen sufrir problemas de abuso de sustancias, porque tienen fácil acceso a las drogas y porque pueden utilizar sus recursos para evitar las peores consecuencias del consumo.
Esto significa que los clientes suelen acudir a Hokemeyer en busca de ayuda cuando esas consecuencias se han vuelto «nefastas». O dicho de otro modo, cuando su salud está gravemente comprometida, han perdido mucho dinero o su cónyuge les ha abandonado, por ejemplo.
El camino para salir de la drogadicción también puede ser difícil para estas personas, porque, acostumbradas a tener el control, a menudo se resisten a recibir la terapia y el tratamiento que necesitan.
Sentir desprecio
Desde las enseñanzas del Nuevo Testamento y las creencias budistas hasta la frase popular «eat the rich» —cómete a los ricos—, Hokemeyer afirma que estamos rodeados de imágenes de la riqueza como una forma de decadencia moral y que las personas adineradas son percibidas por la mayoría social como egoístas y corruptas.
Muchos de sus pacientes interiorizan estos estereotipos negativos y se sienten malas personas. Por eso trabaja con ellos para abordar la culpa o la vergüenza que sienten por tener un patrimonio neto tan alto y desarrollar ideas personalizadas de lo que es sano, en el contexto de su riqueza y estatus social.