Estas son las manías que Jamie Dimon, CEO de JPMorgan, tiene en el trabajo

Estas son las manías que Jamie Dimon, CEO de JPMorgan, tiene en el trabajo

Escribe tus propias notas. Haz listas. No pierdas el tiempo en reuniones.

Estas son solo algunos de los consejos de gestión de Jamie Dimon, el banquero multimillonario y consejero delegado durante dos décadas del mayor banco de Estados Unidos por activos, JPMorgan Chase, que acaba de presentar sus resultaodos.

En su recién publicada carta anual a los accionistas, Dimon, que ha mostrado su preocupación por el impacto que los aranceles de Donald Trump pueden tener en la economía estadounidenses, aborda diversos temas, desde la estanflación hasta el futuro de la democracia del país.

El consejero delegado también ha descrito algunos de los «trucos y herramientas de gestión» que le han llevado a la cúspide de Wall Street y de una de grandes empresas estadounidenses.

Entre ellos, hacer listas de seguimiento, abstenerse de compartir quejas después de una reunión subrepticiamente, redactar sus propios memorandos e ir directamente a la fuente cuando quiere respuestas, aunque eso signifique romper la cadena de mando.

Dimon ha reflexionado sobre una ocasión en la que trabajó a través de intermediarios mientras estaba en Bank One, la empresa que dirigió de 2000 a 2004 antes de JPMorgan Chase. Un día, su mujer le llamó para informarle de que uno de los cajeros automáticos de la empresa no funcionaba correctamente.

Dentro del banco, uno de los ejecutivos con los que habló Dimon le aseguró que todo iba bien. Pero, cuando el ejecutivo salió a inspeccionar el cajero —a instancias de Dimon— descubrió que, de hecho, estaba defectuoso. Dimon, entonces, dio instrucciones al ejecutivo para que despidiera al proveedor externo al que habían subcontratado la supervisión de los cajeros automáticos.

«La moral es un asco porque nosotros somos un asco»

Dimon es conocido por no tener miedo a enfrentarse a sus homólogos de Wall Street cuando se trata de hablar claro, incluso recientemente cuando lanzó un soliloquio lleno de improperios para defender la norma de la empresa de volver a trabajar a la oficina cinco días a la semana.

La intención de Dimon ha sido recibida con resistencias dentro de JPMorgan, donde algunos empleados han contemplado la posibilidad de crear un sindicato y han planeado sus próximos movimientos en chats de grupo privadosPero no es la primera vez que Dimon se mantiene firme frente a las quejas por la caída de la moral, dice.

Dimon una visita a una sucursal de Bank One —una de las aproximadamente 1.800 oficinas de la empresa— en la que se dio cuenta de que abría menos horas que un banco rival cercano.

Rápidamente, Dimon comprendió que la reducción del horario de las sucursales era en realidad un problema de toda la empresa —que le decepcionó no haber detectado antes— y pensó que había que corregirlo.

Decidió ampliar el horario de las sucursales para equipararlo al de la competencia, a sabiendas de que esto probablemente dañaría la moral.

«Dije: ‘Tenemos que cambiarlo. Estamos aquí para servir a los clientes'», recuerda. «Obviamente, me preocupa la moral, pero la moral es un asco porque nosotros somos un asco. La moral mejorará cuando mejoremos como empresa».

En otra lección, Dimon ha animado a los líderes a oponerse a tópicos como «siempre lo hemos hecho así» para justificar decisiones equivocadas. «Es importante que los directivos cuestionen siempre lo que hace su empresa y por qué lo hace», ha escrito. La crítica se produce en medio de una ofensiva en toda la empresa, dirigida por Dimon, contra la burocracia y la ineficacia.

Para ilustrar su punto de vista, Dimon ha recordado el despido de 500 gestores que la empresa había estado subcontratando. Recortó el gasto poco después de incorporarse a JPMorgan.

«Muchas veces se forman malos hábitos y la gente se vuelve perezosa, toma atajos o no se preocupa lo suficiente», ha escrito. «Lo hice porque el trabajo de un líder es entrenar, y básicamente habíamos externalizado la gestión», ha añadido, explicando su razonamiento. «En toda mi carrera, rara vez he visto que este tipo de externalización de la responsabilidad tenga éxito».

Dimon también ha dicho que una vida en la que el trabajo lo es todo y no hay nada de diversión corre el riesgo de aburrir a la gente. Nuestros trabajos, cree, deberían seguir siendo agradables, incluso cuando tenemos que afrontar grandes retos o tomar decisiones impopulares.

«Pasamos la mayor parte de las horas en las que no dormimos en el trabajo», concluye. «Es nuestro cometido intentar que sea divertido y satisfactorio».

Alba Pinilla

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