Por qué los «peces gordos» de la industria tecnológica son ahora vasallos de Trump

Silicon Valley, el centro neurálgico de la industria tecnológica allende los mares, ha sido tradicionalmente un bastión demócrata en Estados Unidos. Sin embargo, las cosas están cambiando en la escena «techie» estadounidense y sus grandes gerifaltes están cortejando a Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, para rendirle vasallaje (y beneficiarse también eventualmente de sus políticas).
En los últimos días un buen número de «peces gordos» de la industria tecnológica han peregrinado hasta Mar-a-Lago, la residencia de Trump en Florida, para tratar de limar asperezas con el futuro presidente de Estados Unidos en una suerte de ritual que han algunos han llegado a comparar con los ritos utilizados habitualmente por la mafia. «Todo esto me recuerda de alguna manera a la famosa escena final de El padrino«, asegura Jeff Sica, jefe de la compañía de inversión Circle Squared, en declaraciones al canal de televisión Fox Business. En esta escena el jefe de la mafia, Michel Corleone, acepta un homenaje por parte de sus acólitos. «Todos, incluso sus enemigos, vienen a rendirle respecto y besan su anillo. Es, al fin y al cabo, el jefe», dice Sica, que observa muchas concomitancias entre esa inolvidable escena cinematográfica y las visitas que Trump ha recibido en los últimos días en Mar-a-Lago.
Desde que el candidato republicano se impusiera en las urnas en las elecciones presidenciales del pasado mes de noviembre, Trump recibe prácticamente todos los días en audiencia a amigos y a enemigos en su residencia en Florida.
Trump está siendo cortejado por lo más granado de la élite «techie»
Además, cuando el futuro presidente de Estados Unidos visitó la semana pasada la Bolsa de Nueva York para hacer sonar la campana de apertura de sesión y celebrar asimismo su elección como «Persona del Año» en la revista Time, lo hizo escoltado por jefes de grandes corporaciones como Goldman Sachs y Citigroup. A propósito de tan multitudinario evento, Marc Benioff, CEO de Salesforce, publicó, sin ir más lejos, en Twitter el siguiente mensaje: «Esto marca una época de gran esperanza para nuestra nación». Se da la circunstancia de el jefe del gigante del software acostumbraba otrora a procurar soporte al Partido Demócrata en Estados Unidos.
Aun cuando Trump ha sido cortejado en los últimos días por «peces gordos» de casi todos los ámbitos de actividad, destacan las visitas que le han hecho últimamente los consejeros delegados de las grandes empresas tecnológicas estadounidenses. Silicon Valley estuvo siempre escorado hacia la izquierda encarnada al otro lado del charco por el Partido Demócrata, pero ahora parece estar virando a la derecha.
Uno de los primeros gerifaltes «techies» en rendir pleitesía a Trump en Mar-a-Lago fue Mark Zuckerberg, CEO de Meta, la matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp. El día anterior a la celebración de Acción de Gracias en Estados Unidos Zuckerberg, cuya fortuna personal está valorada en 219.000 millones de dólares, cenó con Trump en su residencia en Florida. Y cuando durante la velada sonó el himno nacional, Zuckerberg se apresuró a levantarse y a ponerse la mano en el pecho. Este gesto puede parecer a bote pronto baladí (porque es habitual en el país norteamericano), pero cobra más relevancia (preñada casi de humillación parea Mark Zuckerberg) si tenemos en cuenta que la grabación del himno nacional que sonó durante el encuentro corrió a cargo de un coro de presidiarios que fueron encarcelados a raíz del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.
Conviene recordar que la relación entre Zuckerberg y Trump no ha sido siempre el epítome de la cordialidad. Facebook bloqueó, no en vano, la cuenta del presidente tras el controvertido asalto al Capitolio. Trump llegó a calificar a Facebook de «enemigo del pueblo» en la campaña electoral que precedió a las últimas elecciones de noviembre. Y no solo eso. El republicano amenazó incluso a Zuckerberg con meterlo en la cárcel.
Aquellas antiguas trifulcas parecen, no obstante, haberse diluido como un azucarillo. Cuando Trump sufrió un intento de asesinato el pasado mes de julio en el transcurso de un mitin, Zuckerberg ensalzó la valentía con la que el mandatario había afrontado semejante trance. En su reciente encuentro en Mar-a-Lago con el presidente electo de Estados Unidos, Zuckerberg agasajó a Trump con un par de gafas inteligentes Ray-Ban Meta. Y más tarde Meta, la empresa liderada por Zuckerberg, anunció que donaría un millón de dólares a la ceremonia de investidura de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, que tendrá lugar el próximo 20 de enero.
Todos los «peces gordos» de la industria tecnológica desean ser amigos de Trump
También los consejeros delegados de otras grandes empresas tecnológicas se han apresurado a tratar de congraciarse con Trump en el transcurso de los últimos días. Esta misma semana Jeff Bezos, cofundador de Amazon, visitará previsiblemente a Trump junto a su pareja Lauren Sánchez en la residencia del republicano en Mar-a-Lago. Y su empresa donará asimismo un millón de dólares a la ceremonia de investidura de Trump. Además, Prime Video, la plataforma de vídeo en streaming de Amazon, retransmitirá en directo la investidura (un obsequio en modo alguno barato que costará a la multinacional estadounidense alrededor de millón de dólares).
Durante el primer mandato de Trump al frente de la Casa Blanca Bezos tuvo algunos encontronazos con el futuro presidente de Estados Unidos. Y conviene no perder de vista que Bezos compite de manera directa con Elon Musk, con el que Trump tiene muy buena relación y formará parte, de hecho, de su nuevo ejecutivo, para echar el guante a los contratos de la agencia gubernamental NASA. Bezos está al frente a la empresa aeroespacial Blue Origin, mientras que Musk es fundador de SpaceX.
Bezos sabe que hay mucho dinero en juego y que en el plano puramente empresarial le conviene llevarse bien con Trump. Quizás por esta razón el magnate estadounidense prohibió hace un par de meses a The Washington Post, diario del que es propietario, pedir el explícitamente el voto por Kamala Harris (aun cuando este rotativo ha apoyado siempre tradicionalmente a los candidatos demócratas).
El fundador de Bezos ha trabado asimismo amistad con Ivanka, la hija de Trump, y su esposo Jared Kushner, que fueron, de hecho, invitados a la fiesta para celebrar su 60º cumpleaños.
Bezos ha elogiado además recientemente a Trump por haberse vuelto «más calmado». «Parece tener mucho interés en reducir las regulaciones. Y si puedo ayudarle en este aspecto en particular, le mostraré indudablemente mi apoyo», aseguró Bezos hace poco en una aparición pública.
Otros consejeros delegados de empresas «techies» han protagonizado en las últimas semanas un viraje similar en su relación con Trump (que eran antaño más bien hostil). «Esta noche lloramos, nos desesperamos y tenemos miedo», escribía, por ejemplo, Sam Altman, CEO de OpenAI, tras la primera victoria electoral de Donald Trump en 2016. Ocho años después Altman desea «mucho éxito» a Trump en su nueva etapa en la Casa Blanca.
En el cambio de parecer de Altman podría haber influido su mala relación con Elon Musk, «ojito derecho» de Trump. Al CEO de OpenAI parece preocuparle que Musk pueda utilizar en su contra la gran influencia que tiene en Trump. Y por eso su compañía ha donado también un millón de dólares a la ceremonia de investidura de Trump.
¿Qué mueve realmente a los «peces gordos» de la industria tecnológica a bailarle el agua a Trump? ¿Tienen miedo de una eventual venganza por parte del presidente? ¿Desean quizás tener vía libre en el desarrollo de la inteligencia artificial? «Estamos en la edad dorada de la innovación estadounidense», aseguraba Sundar Pichai, CEO de la matriz de Google Alphabet, en su mensaje de felicitación a Trump. Posteriormente Pichai y Sergey Brin, cofundador de Google, peregrinaron también a Mar-a-Lago.
También Tim Cook, CEO de Apple, se está esforzado por mantener una buena relación con Trump (porque ello se traduce a la postre en enormes beneficios económicos para la empresa que dirige). E incluso durante el primer mandato de Trump, cuando la compañía de Cupertino no tenía probablemente las relaciones más cordiales con el presidente, Tim Cook jamás perdió el contacto con el mandatario estadounidense. Y gracias a esa relación, el iPhone de Apple se libró excepcionalmente de los aranceles punitivos aplicados por Trump a aquellos productos fabricados fuera de las fronteras de Estados Unidos.
Trump, célebre por su narcisismo, disfruta de la atención de la élite empresarial, tanto en el plano personal como financiero. Esta semana el presidente de Estados Unidos ha invitado, de hecho, en Mar-a-Lago a una docena de grandes empresarios a un evento dirigido a la recaudación de fondos para la organización Make America Great Again.
«Mantén cerca a tus amigos, pero aún más cerca a tus enemigos» parece ser el lema de Donald Trump (el mismo por el que se rige el implacable Vito Corleone en El Padrino II) en el que será su segundo mandato en la Casa Blanca.