El tejido productivo español está básicamente copado por pymes. El 99,8% de las empresas son pequeñas o medianas, según datos del Ministerio de Industria. Y sin embargo, son precisamente las empresas pequeñas y medianas las que se están quedando fuera del reparto de fondos europeos.
Hace algo más de un mes que España recibió luz verde de la Comisión Europea para recibir todo el dinero de los fondos Next Generation EU: 93.500 millones de euros que se suman a los 69.500 millones ya aprobados en 2021. Además, abre la puerta a la solicitud de forma «inminente» del cuarto pago de 10.000 millones de euros.
En total, una inyección de más de 163.000 millones de euros que irán a parar a la economía en un momento crucial, cuando el crecimiento podría verse resentido por una inflación más pegajosa de lo esperado, el impacto de los tipos de interés o el riesgo de recesión.
De esa cuantía, el Banco de España calcula que hay unos 26.000 millones de euros que ya se han asignado. «Eso no significa que ese dinero esté ya a disposición de las empresas, pero estas sí conocen que van a tener acceso a esos fondos y pueden actuar como si dispusieran de ellos», explica Ángel Gavilán, director general de Economía y Estadística del Banco de España.
El organismo ha elaborado un estudio detallado de los proyectos que se financiarán con el dinero de los fondos, excluyendo la adenda al plan. Es decir, unos 70.000 millones de euros.
Pero a la hora de ver al detalle qué tipo de empresas están recibiendo el dinero, resulta que hay diferencias en función del tamaño: las grandes se quedan con las licitaciones, mientras que las pequeñas empresas optan a más ayudas directas.
Licitaciones: las empresas de más de 50 trabajadores salen ganando
«Las licitaciones asociadas al programa Next Generation EU están recayendo fundamentalmente o de manera proporcionalmente más elevada en las empresas de mayor tamaño, de 50 a 250 empleados», explicaba Gavilán en unas jornadas organizadas por APIE.
A pesar de que un 80% de las empresas españolas tienen de 0 a 10 empleados, solo un 50% de estas están logrando adjudicarse licitaciones. «Están infrarrepresentadas en la asignación de los fondos», aclara Gavilán. En cambio, las compañías de 50 a 250 trabajadores reciben en torno al 15% de las licitaciones, pese a representar menos de un 5% del tejido productivo.
Pero echando la vista atrás la diferencia ahora todavía es mayor. «Las empresas grandes no solo están recibiendo más que su parte proporcional en el conjunto de la demografía, sino también más de lo que recibían en otras licitaciones antes del programa Next Generation EU», observa Gavilán.
Tras la aprobación del plan de recuperación y la asignación de las primeras partidas, el Banco de España ha empezado a medir los resultados, en colaboración con el Ministerio de Economía. «Podemos ver cuántas de las convocatorias se han ido resolviendo, cuánto tiempo han tardado en resolverse y en qué medida cuánto es el dinero que se va filtrando hacia los destinatarios finales», añade Gavilán.
Con la información de los beneficiarios de las licitaciones y subvenciones, cruzada con los datos de la central de balances del Banco de España, el organismo puede ver qué tipo de empresas reciben los fondos, en función de su tamaño, sector o productividad.
En el caso de las empresas adjudicatarias de licitaciones hay una buena noticia: «Cuando juntamos estos datos con los datos de la central de balances podemos ver que esas empresas son más grandes en términos relativos que las que no reciben adjudicaciones, y también tienen una mayor productividad y mejor acceso a la financiación».
Subvenciones: las pequeñas empresas se llevan las ayudas directas
La historia cambia radicalmente si hablamos de subvenciones. Más allá de las licitaciones, una parte importante de los fondos europeos llegará a las empresas a través de ayudas directas. Solo en el caso del Kit Digital, por ejemplo, el Gobierno repartirá 3.067 millones de euros hasta 2025.
En el caso de las ayudas directas, el gráfico es parecido, pero el mensaje es radicalmente diferente: «En este caso, las empresas de 10 a 50 empleados reciben más que su parte proporcional en el tejido productivo, e incluso más de lo que recibían en otras subvenciones previas», destaca Gavilán.
La razón de que haya más pequeñas empresas que reciben ayudas se debe básicamente al Kit Digital, que de hecho está enfocado solo a pymes. Se trata de una iniciativa del Gobierno para subvencionar la implantación de soluciones digitales que cubran las necesidades de las pequeñas empresas, microempresas y trabajadores autónomos de cualquier sector.
«El Kit Digital está siendo un factor clave para trasladar el dinero a las empresas de tamaño más reducido», asegura Gavilán, que, sin embargo, advierte de que «las licitaciones están siendo fundamentalmente asignadas a empresas grandes».
¿Es un problema?
¿Es un problema que las grandes empresas se queden con las licitaciones y las pequeñas con las ayudas directas? No está claro. Gavilán afirma que la literatura académica apunta en las dos direcciones:
Hay economistas que consideran que sería más conveniente que las licitaciones recayeran en las empresas pequeñas bajo el supuesto de que estas empresas, al recibir la licitación, tendrán mejor acceso al crédito y podrán sacar adelante más actividades de innovación que les lleven a ser más productivas.
Pero también hay trabajos que apuntan en la dirección contraria, y que dicen que, si lo que se pretende es incrementar la capacidad de crecimiento de la economía española, haría falta concentrar los recursos en las empresas que ya son las más productivas, que ya han mostrado capacidad de innovar y de crecer, y que en todo caso estas podrán actuar como tractores para impulsar a otras más pequeñas.
Lo que sí parece un problema es que, mientras que las empresas adjudicatarias de licitaciones sí parecían ser más productivas que las que no recibían esos fondos, en el caso de las subvenciones no ocurre lo mismo: el Banco de España avisa de que están recibiendo ayudas directas empresas independientemente de su productividad.
Otro problema tiene que ver con el propio Kit Digital. A pesar de los datos que arroja el Gobierno, algunos expertos cuestionan si se trata de una medida que pueda tener una utilidad o un impacto real a la hora de digitalizar el tejido productivo. Muchos critican que «abrir una página de Facebook no es un avance en la transformación digital de una empresa«.
La falta de conceptos claros sobre qué es digitalizar puede hacer que el Kit Digital se quede en papel mojado, lejos de constituir una estrategia disruptiva para el tejido empresarial.