Las crisis generan también grandes oportunidades. Quien no se lo crea, que hable con Meredith Whitney, experta economista; Steve Eisman, gerente de hedge funds; Greg Lippmann, trader de Deutsche Bank; y Eugene Xu, un analista cuantitativo que creó el primer mercado de CDO (obligación garantizada por deuda, por sus siglas en inglés).
Son los protagonistas de The big short (La gran apuesta), un libro escrito por el periodista económico Michael Lewis que tiene la virtud de describir no solo la operación económica que los hizo millonarios por apostar contra todo el sistema financiero en 2008, sino también la extravagante personalidad de los miembros de un grupo extraño que lo vio claro: la economía iba a colapsar.
Porque para ir a contracorriente hay que estar hecho de otra pasta. Lo saben bien, por ejemplo, los inversores, mujeres y hombres acostumbrados a tratar de ver más allá de lo que ve la mayoría. Saben que apostar por lo que todo el mundo apuesta no da rédito alguno, pero pasarse de listo puede llevar a un fondo directamente al fracaso.
El ecosistema de startups español ha visto cómo en apenas dos años la inversión en startups ha pasado de los 4.000 millones de euros a quedarse por debajo del umbral de los 2.500 millones de euros, según la Fundación Bankinter. Si no es una crisis de inversión, se le parece.
El contexto abre una buena cantidad de retos a los emprendedores españoles, pero también una cantidad semejante de oportunidades. Para detectar ambas cosas, Business Insider España a hablado con algunos de los mejores expertos en inversión.
Estas son sus respuestas.
1. Se hace evidente la posibilidad de ceder el testigo
Puede parecer contradictorio, pero, en este contexto de bajas valoraciones en el que hay que buscar dinero de debajo de las piedras, los emprendedores tienen una buena oportunidad en realidad para apartarse.
Esto quiere decir que, alcanzado cierto tamaño, tal vez este es el momento ideal para que más de un fundador se plantee si de verdad está aportando todo lo que debería a la empresa o si es momento de dar un paso a un costado para que alguien con más experiencia y, sobre todo, con más contactos, trate de que la startup dé un salto hacia delante.
«En España en fases iniciales las cosas se hacen muy bien. No es un tópico, es así. Sin embargo, no es lo mismo una startup con 10 o 20 empleados que una con 80 trabajadores o 100. Llega un momento en el que hay que buscar primerísimo talento internacional, y eso es caro y difícil«, empieza explicando Javier Megias, director para EMEA de Plug and Play.
«En este momento, puede convenir contratar como CEO a alguien que ya lo ha hecho, que conoce el camino. Sé que es muy duro. Antes de ser inversor monté dos empresas, y sé lo que cuesta porque tu startup es tu vida, tu identidad. Además, es verdad que hay estadísticas que dicen que las empresas funcionan mejor con un CEO que es el fundador. Pero es una cuestión de sentido común».
En España, no faltan ejemplos de esto. Uno de los más paradigmáticos lo representa Wallapop, que en 2018, cuando llegó el momento de buscar la rentabilidad, nombró como CEO a Rob Cassedy, un hombre con experiencia en el mercado digital de la segunda mano.
«A veces tienes que dar un paso atrás en la parte ejecutiva, quedarse a lo mejor más en la parte creativa, y traer a alguien que sea capaz de que si el producto ha llegado ya a 10.000 usuarios, llegar a 100.000 o a un millón de usuarios».
2. Menos dinero significa menos competencia para conseguir dinero
En el mundo de las startups se cuentan cosas. Aunque casi nadie da nombres, circulan historias de que en 2021, el año de la explosión inversora, más de una startup levantó rondas millonarias con propuestas que apenas pasaban de ser una presentación de PowerPoint.
Esto tenía cierto sentido en un ambiente en el que no acudir a los mercados, con el dinero en tipos de interés desplomados, era casi un sacrilegio. Lo importante era tener dinero para crecer, el resto ya se vería.
Hoy, los emprendedores se encuentran en el otro lado del péndulo. Con pocos fondos de inversión dispuestos a arriesgar el dinero de sus socios en nada que no sea la IA, el ambiente es poco menos que desolador.
Para Óscar Ramos, un inversor afincado en China y experto en mercados emergentes como los que hay en el sudeste asiático a través de su fondo de capital riesgo Orbit Startups, esto representa a la vez un gran reto y una oportunidad para los fundadores, pues sin tanta gente dispuesta a dar dinero, tampoco hay tanta gente pidiéndolo.
«Cuando hay menos capital en el mercado los mensajes son mucho más claros. Vas a hablar con un inversor y en vez de ser el décimo, puedes ser el segundo o el tercero. Eso también hace que el talento se concentre mucho más. Que el mercado no sea dinámico no quiere decir que las startups no puedan seguir siéndolo», relata Ramos.
El hecho de que haya menos dinero, opina el experto, obliga a las empresas también a ser más responsables: «Si ahora te dicen que tienes que reducir tu estructura de costes, lo tienes que hacer, no hay otra opción. No existe eso de que si algo funciona, no lo toques. Ahora, empresas que nunca se han planteado cambiar su manera de hacer las cosas lo están haciendo».
3. El camino hacia la rentabilidad es mucho más claro
Ligado con lo anterior, en un momento de capital escaso como el actual ya no valen los esbozos de planes hacia la rentabilidad que apenas son papel mojado. Son días en que hay que ser rentable o, como poco, explicar muy bien cómo y cuándo va a suceder lo que en el mundo de las startups se conoce como break even, el momento en que gastos e ingresos se equilibra.
«Levantar capital es mostrar un camino a medio a corto medio hacia la rentabilidad, algo que antes era mucho menos exigente», reflexiona Edgar Vicente, socio de Enzo Ventures. «Si el camino hacia la rentabilidad no tiene sentido, la gente se sale, porque una ronda en realidad supone hacerse cargo del dinero de mucha gente».
En esta situación, la cosa en realidad no pinta mal para las startups españolas: «España se está posicionando como uno de los ecosistemas más importantes de Europa. Estamos atrayendo mucho talento, se ha mejorado algo la fiscalidad, aunque todavía se puede mejorar más. Irán saliendo más oportunidades».
4. Es hora de aplicar la IA de verdad
La sequía inversora no está afectando por igual a todos sectores. Existe una tecnología que sigue levantando capital hasta el punto de que empieza a haber incluso sospechas de que no todos los proyectos que están recibiendo onerosas rondas saldrán adelante.
Valga como ejemplo de lo generosos que están siendo los mercados con la IA la última ronda levantada por los franceses de Mistral AI, que se fue por encima de los 380 millones de euros, un dinero con el que quieren competir con la mismísima OpenAI, que cuenta con los miles de millones de Microsoft.
Sin embargo, para Patricia Pastor, directora de Next Tier Ventures, un fondo de inversión especializado precisamente en IA, va siendo hora de pasar de las palabras a los hechos, lo que representa una interesante oportunidad para las startups que sepan aprovecharlo.
«En IA hay un mundo entero por abarcar. Sobre todo porque ahora el dolor de las empresas está en que muchas no saben integrarla. Entonces, si tú sabes resolverle a esa empresa los problemas que tiene para hacerlo, te conviertes ahora mismo en alguien que puede cubrir casi la máxima necesidad que tiene el mercado. Y en IA no se nota tanto la crisis de inversión», comenta la experta.
Pastor abre, por otra parte, una puerta a la esperanza. «Ahora es cuando el ecosistema puede probar su fortaleza. Porque la crisis no es sectorial, es macroeconómica. Nos ha afectado a todos, pero esto es cíclico, todo lo que sube, baja, y al revés. Ahora no nos queda más que subir».
5. Los profesionales más y mejor cualificados no son tan caros
La crisis de inflación que ha desatado a su vez la crisis de inversión se ha traducido en una obsesión por parte de los inversores por cuidar la caja y los números. Esto, a su vez, ha dado lugar a despidos, miles de despidos en el ámbito tecnológico.
Solo desde que comenzó 2024, más de 30.000 personas que trabajan en el ámbito tecnológico en EEUU han perdido su puesto de trabajo. Y la lista suma y sigue.
Esto representa para las startups un reto y una oportunidad. Un reto porque, por un lado, tienen la obligación de cuidar de sus propios números. No obstante, se plantea también ante ellas la oportunidad de cazar un montón de trabajadores cualificados a cambio de salarios no tan altos como podían serlo hace unos años para según qué perfiles.
Es decir, tienen ante ellas la posibilidad de contratar a tipos salidos de empresas como Microsoft, Meta o Google. En términos futbolísticos, equivale a que el Real Madrid y el Barcelona se vieran obligados de repente a soltar a algunas de sus mejores perlas y dejar que cualquiera acceda a ellas gratis.
«La mano de obra ahora es barata incluso entre el talento muy cualificado, y esto es una oportunidad muy importante. No hablo solo de los trabajadores de aquí, sino incluso de gente que se ha ido a EEUU. Porque en España siempre ha habido gente muy talentosa, pero nos ha faltado ese punto de experiencia», cuenta Ramón Navarro Bosch, actualmente jefe de Tecnología de Nuclia, una empresa dedicada a la IA generativa.
Emprendedor y apasionado por la tecnología, Navarro ha sido CTO de varias empresas de gestión del conocimiento, es miembro de la fundación de software libre Plone, autor del framework (esquema de trabajo) Guillotina y es además exprofesor de la Universitat Politècnica de Catalunya.
«Para mí, la oportunidad que se presenta ahora a las empresas se basa en hacer escuela. Podemos obtener experiencia de los expertos que saben cómo escalar empresas. Muchos ingenieros aquí son muy buenos, pero no saben escalar una empresa a nivel global. Y para esto, además del talento, hay que encontrar al que de verdad lo ha hecho y ha estado ahí», explica.