Con todos los despidos que vemos en las noticias, siempre surge la pregunta: ¿por qué no se reducen el sueldo los altos ejecutivos? ¿No podrían recortar sus enormes paquetes salariales y salvar algunos puestos de trabajo?

En mis más de 40 años en el mundo de los negocios, incluido el cargo de vicepresidente de Recursos Humanos de Microsoft, he visto más de unos pocos despidos. Esta observación es justa. Los ejecutivos nunca parecen pagar por el dolor que causan, y hay varias razones para ello.

1. Son simplemente matemáticas

Una de las razones, la que los ejecutivos suelen utilizar para justificarse a sí mismos, es simple matemática: recortar su salario no tendría un impacto significativo.

Tomemos como ejemplo Google o Microsoft, dos empresas con matemáticas muy similares. Ambas tienen unas 200.000 personas empleadas. Ambas han despedido a unas 10.000 en el último año. Y ambos consejeros delegados cobran cantidades similares, con sueldos de unos dos millones de dólares al año (unos 1,85 millones de euros, al cambio actual).

Para estas empresas, recortar 10.000 empleados les ahorra unos 1.000 millones de dólares (920 millones de euros) al año en costes. Recortar por completo el salario del CEO ahorraría solo el 0,2% de esa cantidad.

El cálculo es tan grande que a los ejecutivos les gusta señalar que recortar su salario ni siquiera haría mella en el problema.

2. Son las acciones

‘Pero espera’, protestas, ‘¡Sundar Pichai, consejero delegado de Google, ganó más de 200 millones de dólares (185 millones de euros) el año pasado! ¡Y Satya Nadella, de Microsoft, ganó casi 50 millones de dólares (46 millones de euros) en 2022!’.

Eso es lo que sale en las noticias, pero en realidad no es lo que está pasando. No les han pagado esas cantidades, sino que les han concedido acciones. Subvenciones que se convierten en ejercitables a lo largo de un periodo de tiempo.

La de Sundar, por ejemplo, se devenga en tres años. Si el precio de las acciones de Google se desplomara, también lo haría su compensación. Pero se ha disparado, un 50% en el último año. Sundar lo ha hecho excepcionalmente bien.

Este tipo de subvenciones son habituales en la retribución de ejecutivos porque gustan a las empresas. Las acciones no cuestan a la empresa este dinero de su bolsillo. La magia contable hace que este tipo de subvenciones sean muy baratas para la empresa.

Y, lo que es más importante, los consejos de administración consideran positivo atar al ejecutivo a la montaña rusa del precio de las acciones. Si el CEO no soluciona el problema de los costes, su remuneración sufrirá un duro golpe. Si toma medidas que aumentan el valor de la empresa y el precio de sus acciones, todos ganan. O al menos todos los accionistas ganan, lo que incluye al ejecutivo, al consejo, a muchos empleados y a los inversores.

Al igual que ocurre con el salario, como estas subvenciones no afectan a la cuenta de resultados actual, recortarlas no ahorrará el dinero que necesitan recortar. La empresa, el consejo de administración y el consejero delegado dirán cuando se les pregunte que eso no haría mella en el problema.

3. Es la competencia

Otro factor es la feroz competencia por el talento para estos puestos ejecutivos.

Al igual que en el mundo del deporte, muy poca gente puede jugar a este nivel. Muy pocas personas ejecutivas tienen la experiencia necesaria para dirigir empresas de casi un billón de dólares con cientos de miles de empleados y operaciones a escala mundial.

Al igual que los atletas estrella, los que pueden rendir a este nivel se fijan en sus compañeros. Comparan y contrastan, a menudo con envidia. Hay una razón por la que la remuneración básica en Fortune 500 es muy similar: la competencia de talento es reñida, y los que juegan a ese nivel saben lo que valen.

La diferencia, entonces, es el paquete y el precio de las acciones, justo lo que quieren los consejos de administración de estas empresas. Quieren poder contratar a una estrella, cargarla de acciones y decirle: «Haz que las acciones suban y serás generosamente recompensado».

Lo último que quieren hacer los consejos de administración de las empresas que se enfrentan a la presión de los costes es provocar que sus líderes se pongan a buscar. Recortar la retribución —haciéndola no competitiva con la de sus personas homólogas— haría precisamente eso. Es algo a lo que no quieren arriesgarse.

Pero se trata de la imagen

El problema de este debate puramente económico, no obstante, es que no tiene en cuenta la cuestión. Se supone que estos consejeros delegados son líderes. Se supone que marcan un nuevo rumbo y que son modelos de comportamiento para la organización.

Si la empresa está sufriendo presiones, y si las cosas van tan mal que la gente está perdiendo su trabajo, ¿no deberían los CEO compartir el dolor?

Por supuesto que deberían.

Algunos, bajo presión pública, se han comprometido públicamente a hacerlo mejor. Sundar Pichai se comprometió hace un año a bajar su sueldo, pero como ya he mencionado, su compensación total este último año superó los 200 millones de dólares. Tim Cook, en Apple, pidió públicamente que su subvención en acciones se redujera a la mitad: a 40 millones de dólares. Su salario base de tres millones de dólares (unos 2,80 millones de euros) y su prima de seis millones (5,50 millones de euros) se han mantenido sin cambios.

Pero la mayoría no lo hace. Pondrán todas las excusas anteriores, justificándose a sí mismos, a sus consejos de administración y a sus accionistas.

Luego se dirigirán a la empresa y pronunciarán apasionados discursos sobre lo duro que es todo esto, lo triste que es ver marchar a la gente y cómo desearían que hubiera otras opciones.

Sobre todo, hablarán de que todos estamos juntos en esto, trabajando por una empresa más fuerte el día de mañana, y luego sonreirán mientras cobran los cheques y venden sus acciones.

Carlos Galán Feced

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