En verano de 2020, José Julio Becerril, cofundador y CEO de All in Biking, estaba pasando unos días junto a sus hijos en el camping de la playa de Mazarrón (Murcia). Lo que había sido ser una divertida jornada al aire libre se convirtió al día siguiente en toda una decepción: las bicicletas habían quedado sin vigilancia y, cosa inhabitual en su familia, sin estar aseguradas a un poste. El robo de las mismas condujo a este emprendedor a idear un modelo de aplicación para dispositivos móviles que apuesta por la protección de las bicis mediante la creación de una gran comunidad de amantes del ciclismo.

Disruptiva desde el minuto uno, utiliza tecnología de contratos inteligentes para asegurar, por un lado, la propiedad de la bicicleta por parte del usuario, y, por otro, dificultar al máximo la venta de una bicicleta denunciada como robada. “La competencia nos ha copiado alguna funcionalidad, o puede que fueran cosas que ya tenían previstas, como las quedadas o los eventos deportivos, pero ninguna ha podido siquiera acercarse a nuestro nivel tecnológico”.

La aplicación ayuda a modernizar la Administración en casos de robo

Retomando la historia de All in Biking, “al acudir al cuartel de la Guardia Civil con las facturas de las bicicletas y terminar de cursar la demanda, le pregunté a un agente cuánto tiempo podría transcurrir antes de recuperarlas”, recordó José Julio Becerril. “Y éste me comunicó que la cosa iba a estar complicada. Porque, si era él quien las encontraba, sí que podría comprobar números de serie y avisarme, pero si era cualquier otro cuartel de España no existía ese nivel de conexión”. Este autónomo desde hace dos décadas y media no pudo dar crédito a lo que escuchaba. “Yo, trabajando por entonces para una multinacional tecnológica, con sofisticadas patentes de autenticación, no me podía creer que la Administración tratase la información al mismo nivel que hace medio siglo”.

Compuesto y sin poder hacer nada tras el robo, llevó a cabo un estudio de mercado en Europa, Estados Unidos e incluso algunos países iberoamericanos, como México y Colombia, para comprobar que pasaba más o menos lo mismo en todas partes. “Y como había estudiado en el MIT acerca de la tecnología blockchain, y conocía el sistema para introducir coordenadas de trazabilidad para identificar cada bicicleta, no tuvo duda en poner en marcha su empresa, junto a su socio, Juan Antonio Cano. Los dos amantes del ciclismo, y con una sólida experiencia en desarrollos tecnológicos y de gestión, “empleamos para ello los pocos ahorros que nos quedaban después de la pandemia”.

Avanzado el otoño de 2021 ya tenían creada la empresa, con los algoritmos desarrollados por un equipo mínimo de personas. Y antes de concluir el año llevaron a cabo una primera jornada para la incorporación de inversores, entre familiares, amigos y conocidos. “Pero logramos ya un gran respaldo por parte del universo ciclista. Y así, dos excampeones, de motociclismo, como Sete Gibernau, y de tenis, como Juan Carlos Ferrero, a quienes se les había presentado el proyecto como amantes de la bicicleta, fueron dos de los padrinos de esta presentación en sociedad”.

Con esa primera ronda de inversores, All in Biking recaudó 600.000 euros, “que no está nada mal. Nos quedaba por delante un duro trabajo: testar si el modelo de negocio gustaba en el mercado o si era necesario modificarlo”. El caso es que el éxito le acompañó desde el principio, pues nada más comenzar sus actividades, y debido a su impactante novedad, la plataforma había logrado llegar a 56 países, con un alcance internacional inopinado para sus propios impulsores, “pues apenas habíamos hecho publicidad, más allá de algún anuncio en Eurosport en momentos puntuales, como el Tour de Francia o el Giro de Italia. Y teníamos ya dos usuarios en Nepal: con unos trackings increíbles en cuanto a su rendimiento y sus rutas de montaña”, relató el autónomo.

Registrarse es gratis y permite demostrar judicialmente la propiedad de la bicicleta

Este emprendedor habla de un contrato inteligente dinámico que, sin perder la inmutabilidad legal que hace que sirva para demostrar judicialmente la propiedad del objeto, con un algoritmo que registra el número de serie y la identificación del usuario, junto a fotografías de la bicicleta. Además, permite introducir aquellos los cambios que se hayan efectuado en la misma para mejorarla y que quedan igualmente registrados. “De manera que, si alguien insiste en que la bicicleta es suya, cuando la policía le sorprende intentando venderla, se enfrenta a un doble delito: robo y falsedad en documento mercantil”, explicó.

Una empresa 100% española que, con tan solo cuatro meses de vida, ya estaba valorada en más de cuatro millones de euros, y que hoy, algo más de dos años después, y tras lanzar su producto mínimo viable y demostrar su pertinencia e idoneidad en el mercado, tiene como objetivo llegar al centenar de países y al millón de usuarios. “Hoy sumamos alrededor de 100.000; pero lo importante no es lo que tenemos ahora”, aseguró el CEO de All in Biking, “sino la revolución que estamos suponiendo ya para el mundo de la bicicleta”.

Y eso, según su cocreador, “porque las cosas se han hecho como es debido: cumpliendo cada fase de crecimiento, incluyendo la primera, que es de aprendizaje, y que mucha gente se salta la ligera; así se producen los batacazos que se producen…”.

Estamos hablando un mercado, como el de la bicicleta, que mueve más de 3.000 millones de euros al año en España, y cerca de 44.000 en toda la Unión Europea, “donde entre un tercio y la mitad de la población es ciclista”. Con un precio totalmente gratuito, la aplicación nace para crear una comunidad segura, solidaria y de ayuda mutua cada vez que sus miembros utilicen su bicicleta, ya sea para desplazarse por la ciudad, o para disfrutar de cualquier deporte, solos o en compañía.

El negocio quiere ayudar al pequeño comercio a captar nuevos clientes

A pesar de ser espectacular la cifra de países a los que llegaba la app, para su cofundador no era el dato importante. “Ofrecíamos sólo dos funcionalidades, que eran la seguridad de la propia bicicleta y las “quedadas” entre amigos ciclistas, porque eran los dos ejes sobre los que queríamos fundamentar nuestra plataforma. Y nos pusimos a escuchar todas las propuestas de mejora”. Con esa escucha activa, y con su hoja de ruta clara, están lanzando ahora, además, una red social para ciclistas, un programa de “gamificación”, un marketpace y algunas otras funcionalidades.

José Julio Becerril decide que ya cuenta con el producto mínimo viable, imprescindible para que cualquier empresa emergente pueda seguir adelante. “Pues esos 600.000 iniciales se gastaron enseguida; no veas lo que cobran los programadores”, bromeó este emprendedor, que arrostró entonces una nueva ronda de captación de fondos. “Nos proponíamos obtener al menos un millón de euros como mínimo y dos como máximo. Y en un contexto complicado, con inflación disparada y los conflictos internacionales que todos conocemos, logramos 1.850.000 euros, en una coyuntura que ya digo no era la más favorable”.

Se trata, además, de una mayoría de usuarios que este emprendedor califica como “hipercualificados, pues la mayoría de ellos tiene conocimientos mecánicos y sale a rodar al menos un par de veces por semana”. José Julio Becerril prevé ya el lanzamiento de otra ronda de cuatro millones de euros para cerrar el proceso de consolidación. “Y monetizar todas las unidades de negocio. Queremos llegar a ser líderes mundiales en nuestro sector, con 100 millones de usuarios antes de 2040”.

Ese negocio del que habla su cofundador pasa por obtener beneficio de una publicidad no invasiva, de un marketplace y de alguna otra línea de negocio, “en las que nuestra intención es ayudar al pequeño comercio, si queremos de verdad revolucionar el sector. Y es que hay cerca de 3.000 tiendas en España que las están pasando canutas, y ya hay un par de centenares, interesadas en trabajar con nosotros”.

Jaime Rodríguez

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