La presión sobre las empresas de patinetes eléctricos es cada vez mayor. No solo porque la mayoría de las startups del sector no ganan dinero con el negocio del alquiler, sino sobre todo porque las ciudades están tomando cada vez más medidas contra los patinetes.

París ha prohibido completamente los patinetes en la ciudad. En Madrid, los patinetes ya no están permitidos en el transporte público, al igual que en Barcelona, y Berlín quiere reducir el número de patinetes disponibles de 25.000 a 19.000.

Corren tiempos difíciles para las empresas que se dedican al alquiler de patinetes eléctricos.

La presión va en aumento

Se acabaron los tiempos en que los inversores podían acceder a préstamos favorables. De ahí que a las startups les resulte cada vez más difícil mantener el flujo de dinero.

Si quieres nuevas inversiones, tienes que demostrar de forma convincente que también ganarás dinero en el futuro. Y eso es precisamente lo que les está costando a las empresas de alquiler de patinetes eléctricos.

Las empresas que ofrecen patinetes eléctricos de alquiler solo como una parte más dentro de su cartera de movilidad pueden hacer frente mejor a las pérdidas. Pero si la presión de las ciudades sigue aumentando, estas empresas también se plantearán si les merece la pena seguir ofreciendo ese servicio de patinetes de alquiler.

La pregunta de si los patinetes podrán imponerse en el futuro a las bicicletas eléctricas o a las bicicletas normales aún no tiene respuesta. Pero los patinetes tienen dos ventajas importantes sobre las bicis eléctricas. Son más baratos y requieren menos mantenimiento. Estos son puntos importantes para las empresas, ya que afectan directamente a la necesidad de financiación. Por otro lado, los patinetes electrónicos son una molestia, sobre todo porque los usuarios no respetan las normas.

Muchos circulan por la acera, aunque no esté permitido. Otros simplemente aparcan sus patinetes en medio de la calzada. Además, el número de lesiones causadas por el uso de patinetes en las ciudades ha aumentado considerablemente. Pero hacer obligatorios los cascos tampoco es una solución, ya que las empresas no pueden suministrarlos.

Sin embargo, está claro que algo tiene que cambiar.

¿El fin de la libertad de circulación?

Uno de los cambios más importantes en el sector es el fin del uso «libre» de los patinetes, una idea por la que las empresas podían dejarlos aparcarlos en cualquier lugar de la ciudad. Este sistema no es sostenible ni para las ciudades ni para las propias empresas.

La mejor forma de solucionarlo es establecer zonas de aparcamiento fijas en las que se puedan estacionar los patinetes. Como ahora todos están equipados con GPS, las empresas no tienen problemas para controlar el cumplimiento de las normas de aparcamiento. Sin embargo, las ciudades tienen que crear zonas de aparcamiento para ello. La forma más sencilla de hacerlo sería reconvertir las plazas de aparcamiento de coches existentes.

En general, son las ciudades, en concreto, las que necesitan nuevas estrategias. Dejar entrar en la ciudad a cualquier número de empresas de patinetes de aqluiler no es una buena estrategia, como se ha demostrado en el pasado. Por eso, algunas ciudades han empezado a establecer asociaciones específicas.

La metrópoli estadounidense de Pittsburgh adoptó hace algún tiempo una estrategia diferente. Como parte del proyecto piloto Move PGH, la ciudad solo permitió a un proveedor de patinetes electrónicos, Spin, operar dentro de los límites de la ciudad.

En contra de la creencia popular, Move PGH no era un proyecto piloto de patinetes electrónicos. Se trataba más bien de integrar diferentes modos de transporte, como patinetes eléctricos, coches compartidos, bicicletas compartidas, coches compartidos, motos eléctricos y transporte público en la Movilidad como Servicio (MaaS).

El sector de los patinetes debe adaptarse si quiere desempeñar un papel importante en el futuro del transporte urbano. Con una colaboración continua entre ciudades y operadores, el uso compartido de patinetes puede ser una valiosa herramienta para reducir la congestión, mejorar la calidad del aire y crear ciudades más habitables.

Lidia Vega

Deja una respuesta